Schindler's List , una historia de redención. Desgarradora, estremecedora, retumba en el alma, así es La Lista de Schindler. El Shoah siempre será un episodio histórico que servirá de fuente en la que beba el séptimo arte. El asesinato de la manera más infame de más de 6 millones de personas por parte de uno de los pueblos más educados de Europa, la exterminación sistemática y sin justificación de una parte enorme del pueblo judío es algo que hoy, a casi 80 años de que se iniciara esa tragedia, nos sigue impresionando. Pero siempre habrá un justo en Sodoma y entre toda esa orgía de muerte y destrucción, quedó gente que se ganó con su grandeza, el apelativo de seres humanos. Personas que con su bondad y su decisión de contrariar la locura mainstream de esa época, hoy merecen ser recordados. Uno de esos personajes fue Oskar Schindler . Bon vivant y afecto más al dinero que al humanitarismo, Schindler vio en la guerra de Hitler el escenario perfecto para forrarse a costa de...
The Meg es el nuevo blockbuster sobre un tiburón gigante que amenaza los mares.
El mar siempre es un espacio que produce temor.
The Meg es una espectacular ‒aunque bastante predecible‒ reactualización del género de monstruos marinos, que desde Jaws en 1975 no parece haber producido nada rutilante o que merezca reseñarse. La premisa gira en torno a un experimento científico que implica bajar más allá de La Fosa de las Marianas, hasta el día de hoy, el punto del océano más profundo oficialmente registrado por el hombre. Con el consabido retintín de no ir a donde no se les ha llamado –si fuera por Hollywood el hombre nunca se habría aventurado ni siquiera más allá del siguiente charco–, los exploradores submarinos en su afán de conocimiento, acaban franqueándole el paso a una creatura gigantesca, un fósil viviente y uno de los organismos marinos más grandes jamás existentes y que acabará por aterrorizar a los submarinistas y de paso a los bañistas que se le pongan por delante a la bestia prehistórica.
The Meg es una coproducción entre China y los Estados Unidos, de ahí la gran presencia de actores asiáticos en el cast.
Este animal, que para más señas es un megalodón, una creatura extinta hace eones, ha logrado –según la afiebrada mente de un guionista afortunado– mantenerse vivo por millones de años en un ambiente perfectamente adaptado para él. Pero un millonario excéntrico, mitad Richard Branson, mitad Elon Musk, con tintes ligeramente psicóticos –uno de los personajes más interesantes del largometraje y maravillosamente bien interpretado por el gran comediante Rainn Wilson–, decide que si se puede ir más allá del fondo del mar hay que ir, no importa cuánto dinero cueste, todo con tal de ser el primero en algo; porque si para algo debe servir el dinero es para hacer cosas con él. Todo esto se complica cuando los desafortunados científicos topan con el descomunal pez. Pero esta es la disculpa – ¡oh, qué novedad! – para que aparezca el héroe que había dejado todo atrás y que, siendo el mayor experto del mundo en inmersiones, decidió retirarse del negocio.
El personaje de Jason Statham se retira como submarinista de rescate, pero vuelve tras 5 años, con sus habilidades "intactas", para enfrentarse con el titan marino.
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La bestia gigantesca es nada y nada menos que un tiburón antediluviano que aterrorizará a todo aquel que se le ponga en frente. |
Porque claro, esta fórmula nunca se ha usado antes en Hollywood y The Meg viene a contar una historia absolutamente inédita para todos los públicos –sarcasm ON-. El héroe reluctante está a cargo de Jason Statham, un actor que ha demostrado consistentemente que en algún momento en el pasado le robaron las expresiones y que le quedaron solo dos. Una que usa en todas las situaciones de lucha, riesgo o estrés extremo; y otra de desconcierto, de ligero desdén, la que pone cuando no está siendo atacado o atacando algo o a alguien. Statham es uno de esos actores que llena salas, eso no hay que negarlo, pero en The Meg repite por enésima vez el mismo papel; rol en el que, por cierto, ya ha logrado toda la experticia posible y del que hace caja cada vez que lo interpreta. Nada nuevo bajo el sol, en todo caso, en este tipo de largometrajes.
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Expresión 1: preparado para matar.
Pero si Spielberg sorprendió y, en muchos momentos, estuvo a punto de fracasar con su naciente carrera, cuando puso casi que toda la carne en el asador presupuestal con la inversión en un animatronic en su ya mencionada producción sobre un súpertiburón –además de ignorar una de las máximas inobjetables de la industria del cine: no rodar nunca en el agua–, The Meg ha encontrado la manera de soslayar este obstáculo usando de una manera masiva el CGI, coqueteando con la exageración por un lado y el descaramiento e irrespeto al público por el otro. No obstante, el largometraje, por mucho que nos cueste admitirlo – ¡y vaya que nos cuesta! –, funciona y da unos buenos sustos que la salvan, que no la dejan languidecer en la serie B. Porque eso es lo que es este film: una peli de medio nivel embarnecida a punto de CGI y actuaciones sosas, poco desarrolladas y que solo busca una reacción del público.
Pero bueno, prestos a perder dos horas de nuestras vidas, que mejor que desperdiciarlas viendo muchas imágenes generadas por computador, actuaciones predecibles e intrascendentes y a Jason Statham usando su gran repertorio histriónico. Allí donde Spielberg desplegó su enorme talento para hacer de la cámara subjetiva un actor más, poniendo al escualo como el protagonista de la historia, The Meg solo se apoya en Statham y sus trabajados abdominales, en un reparto/mobiliario, que no quita ni tampoco pone; y en un par de escenas que maravillan, aunque sólo por su gran despliegue computarizado. Quizá lo único verdaderamente meritorio en esta producción, es la gran cantidad de homenajes presentados a largometrajes de la misma temática: un punto positivo que realza que no todo está perdido en este film. La taquilla, evidentemente, la ha recibido positivamente, lo que no está mal. Ir a cine es divertirse y esta película ofrece diversión, lo que no estaría de más, ¡vive Dios! Es un poco de más coherencia argumental lo que esperamos se corrija en la infaltable y, seguramente insufrible, secuela.
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