Schindler's List , una historia de redención. Desgarradora, estremecedora, retumba en el alma, así es La Lista de Schindler. El Shoah siempre será un episodio histórico que servirá de fuente en la que beba el séptimo arte. El asesinato de la manera más infame de más de 6 millones de personas por parte de uno de los pueblos más educados de Europa, la exterminación sistemática y sin justificación de una parte enorme del pueblo judío es algo que hoy, a casi 80 años de que se iniciara esa tragedia, nos sigue impresionando. Pero siempre habrá un justo en Sodoma y entre toda esa orgía de muerte y destrucción, quedó gente que se ganó con su grandeza, el apelativo de seres humanos. Personas que con su bondad y su decisión de contrariar la locura mainstream de esa época, hoy merecen ser recordados. Uno de esos personajes fue Oskar Schindler . Bon vivant y afecto más al dinero que al humanitarismo, Schindler vio en la guerra de Hitler el escenario perfecto para forrarse a costa de...
Sublime y virtuosa, Paper Moon es un film como pocos; llegaba a salas hace ya 45 años.
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La película fue tan exitosa, que derivó en una serie de televisión, pero que no contó con suerte
Hay algo en Paper Moon que ha logrado, tras 45 años de su estreno ‒que justo se cumplen hoy‒, mantenerla en el tiempo como un largometraje que no pierde su lustre. Protagonizada por Tatum O’Neal, interpretando a Addie Loggins y Ryan O’Neal, padre en la vida real de Tatum y cuyo personaje Moses “Moze” Pray nunca se confirma como el padre de la creatura, cuenta una historia enmarcada en los difíciles años de la Gran Depresión en el medio oeste norteamericano. Recién muerta su madre, a Addie no le queda otra sino irse a vivir con su tía. Moses, del que se colige fue interés romántico de su madre, se le impone la tarea de llevar a la infante con su única familiar viva. No sin que Moses antes haga una visita para sacarle un dinero ‒200 dólares‒ al hermano del responsable de la muerte de la mamá de Addie.
Tatum O'Neal luego diría que su experiencia en Paper Moon fue infernal, pero su actuación en el film fue única.
Tras esto, y después de un encantador duelo actoral y de voluntades en un restaurante de época y que enfrentó a O’Neal vs O’Neal, el viaje de la pequeña se ve temporalmente suspendido. Rápidamente, tras sacarle de un gran marrón que habría dado con los huesos de Moses en la cárcel, Addie se percata que la línea de trabajo del amigo de su finada madre poco o, más bien, nada tiene que ver con la honradez, la honestidad o el esfuerzo. Esencialmente Moses es un estafador redomado. Así inicia uno de los mejores largometrajes road movie de la Historia del cine, un film perenne que no pierde fuelle desde hace casi medio siglo. Basada en el libro Addie Pray (1971) de Joe David Brown –la película solo toma la primera parte como inspiración‒, Paper Moon está rodada en blanco y negro y ofrece un largometraje representativo de la década de los años 70.
Es el esfuerzo de un gran director, todo un intelectual del cine, pero que nunca logró cristalizar una carrera que tenía toda la pinta de ser una de las más representativas del cine norteamericano: Peter Bogdanovich. Este realizador ya se había dejado caer en 1971 con dos excelentes productos cinematográficos: Directed by John Ford, uno de los mejores documentales que se han hecho sobre ese sinónimo del cine que es el gran Ford, y The Last Picture Show, un largometraje que se convirtió al instante en un film de culto. Bogdanovich ya había trabajado poco antes con O’Neal en What's Up, Doc (1972), un largometraje que contó con Barbra Streisand y Madeleine Khan, esta última coprotagonista posteriormente en Paper Moon. Este gran productor cinematográfico fue todo un éxito comercial y de crítica. Alcanzó una taquilla de 30 millones de dólares versus un presupuesto de 2,5 millones y la crítica la catalogó como uno de las mejores películas del año.
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Dos actuaciones que quedarán para la historia, en un largometraje que no podría haber funcionado en dos actores que no fueran padre e hija.Socios en la estafa, Addie demuestra un talento natural, una experticia y atracción casi que genética hacia el timo y el engaño. Su inteligencia es suprema y ahí donde a Moses le falta confianza ‒como esa escena en donde ella pide una exorbitante suma de dinero por una biblia falsamente encargada por el difunto esposo de una viuda‒ Addie impone su seguridad. Dulce, brillante e irreverente, Paper Moon también nos es prodiga en actuaciones secundarias de renombre, como la de Madeleine Khan, en el papel de Trixie Delight, bailarina y prostituta que a punto está de atrapar al viejo Moses, pero que la inteligencia rayana con la maldad de Addie –ayudada por otra corta pero magnífica actuación de P.J Johnson como Imogene, la explotada criada de la señorita Delight‒ aleja a la pareja. También de papel muy corto pero notable, es el de John Hillerman, el recordado Higgins, de Magnum P.I., en un papel doble de contrabandista de licor y su corrupto hermano policía.Sencilla, sin aspavientos, concreta y por sobre todo atemporal, así se puede catalogar a Paper Moon. |
Otro de los múltiples aciertos de una película que coquetea con la perfección, producto excepcional e innegable de la mejor década del cine, es sin duda la fotografía, a cargo de Lazslo Kovacs, habitual de los trabajos de Bodganovich y que había fungido como director de fotografía en Easy Rider (1969) y que después trabajaría con Spielberg en Close Encounters of the Third Kind (1977). Su tono luminoso, tan propicio para esas grandes tomas, son la marca de presentación de la película. Tatum O’Neal ganó un premio de la academia con su actuación, su debut cinematográfico y su único papel relevante. Como suele pasar con los actores infantiles de relevancia, O’Neal se convirtió posteriormente en un alma rota, llena de rencor hacia su padre y el mundo del cine. El largometraje es un memorable trabajo que a pesar de la monocromática textura, está lleno de pletóricos matices que bordean la genialidad. Paper Moon es un ensamble de comedia-drama-película de carretera con una puesta en escena de reminiscencias europeas que no deja indiferente a nadie, tan disfrutable y adorable hoy como hace 45 años. Simplemente inolvidable.





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