Schindler's List , una historia de redención. Desgarradora, estremecedora, retumba en el alma, así es La Lista de Schindler. El Shoah siempre será un episodio histórico que servirá de fuente en la que beba el séptimo arte. El asesinato de la manera más infame de más de 6 millones de personas por parte de uno de los pueblos más educados de Europa, la exterminación sistemática y sin justificación de una parte enorme del pueblo judío es algo que hoy, a casi 80 años de que se iniciara esa tragedia, nos sigue impresionando. Pero siempre habrá un justo en Sodoma y entre toda esa orgía de muerte y destrucción, quedó gente que se ganó con su grandeza, el apelativo de seres humanos. Personas que con su bondad y su decisión de contrariar la locura mainstream de esa época, hoy merecen ser recordados. Uno de esos personajes fue Oskar Schindler . Bon vivant y afecto más al dinero que al humanitarismo, Schindler vio en la guerra de Hitler el escenario perfecto para forrarse a costa de...
Denzel Washington retorna a su papel de ex agente de inteligencia que busca equilibrar las cargas haciendo el bien y ayudando así a su conciencia.

El fantástico actor Denzel Washington protagoniza The Equalizer II, su primera secuela.
The Equalizer II es la secuela del largometraje protagonizado por Denzel Washington en 2014. El largometraje original contaba la historia de un ex oficial de inteligencia de los Estados Unidos que, a modo de expiación y para descargar su conciencia de todos los oprobios que cometió en el pasado, ayuda a todas aquellas personas que lo necesitan y que no han encontrado eco en ninguna parte. El señor Washington no necesita presentación. Es uno de los mejores actores de carácter de esta generación y sus dos Premios de la Academia así lo atestiguan. Su presencia en escena es poderosa y, como se ha vuelto moda en la meca del cine con los actores que van llegando a la vejez, se está convirtiendo en un consumado héroe de acción y una figura recurrente de las producciones más espectaculares de Hollywood. Un buen retorno a sus inicios, ya que uno de sus primeros filmes, Ricochet (1987), fue una producción muy relevante de este género.
Un actor del talante del señor Washington siempre es creíble en el papel que sea, así sea el de héroe de acción.
En esta segunda parte, Robert McCall ‒quien por cierto fue un personaje desarrollado para una serie de televisión muy popular en la segunda mitad de los 80‒, vuelve a ponerse del lado de los desfavorecidos, de todos aquellos que no tienen voz ante los poderosos. Pero esta vez toda su capacidad detectivesca y sus habilidades para la venganza se vuelcan hacia lo personal cuando su más entrañable amiga, la única que le queda de sus años en La Agencia, es asesinada en la vieja Europa en un aparente caso de robo con resistencia. La película es Denzel Washington y nada más. Su forma de caminar, de hablar, de expresarse, eclipsa completamente a los demás personajes, que solo parecen estar ahí como parte del atrezzo, más que como émulos de su labor actoral. El guion, bastante parecido al de la película original, no deja espacio a la imaginación. Se metieron con su amiga, lo pagaran. End of the story.
Su frialdad mezclada con su actitud desenfadada, hacen de Robert McCall un enemigo peligroso.
Pero es él precisamente, McCall/Washington, el que nos capta en un film que, más a menudo de lo que quisiéramos, hace aguas. Más allá de las muertes grotescas ‒y vaya que hay bastantes en un largometraje en el que el bueno se supone que busca el bien‒, el romance entre Washington y la cámara es lo que vale la pena. En la primera entrega, vimos cómo McCall ayudaba a varias personas a superarse, viendo en ellos las capacidades que ni ellos mismos eran capaces de ver. En esta segunda, la presencia del personaje que necesita de ayuda ante la posibilidad de arruinar su vida con malas decisiones es más potente y presente. Ese rol lo encarna Miles (Ashton Sanders), un talentoso y joven artista urbano que coquetea con los traficantes de su barrio y que, en una escena bastante improbable, McCall rescata, justo cuando iba a entregarse a una cruzada de sangre, plomo y violencia.
El personaje de McCall aparece aquí mucho más humano, mucho más vulnerable, y su accionar como mentor es más potente.
Washington está bien como vigilante que quiere arreglar todos los entuertos que se le presentan. Esta vez no como empleado en una gran superficie especializada en herramientas, sino como un conductor de un servicio de conducción privada. Desde ahí, puede dispensar justicia cuando un grupo de jóvenes ejecutivos de alto nivel atacan y humillan a una interna. O puede ayudar a un octogenario a encontrar una pintura que los nazis robaron a su familia en la segunda guerra mundial. Este último, uno de los momentos más emotivos de la película, demuestra que no todo es violencia sin sentido en este largometraje que marca la cuarta colaboración entre Antoine Fuqua y Denzel Washington y la primera secuela para ambos. Es posible tener un The Equalizer III. Esta entrega ha funcionado bien en salas y al público siempre le gustan las historias de vigilantes que pasan por encima de todos para ayudar a los más débiles.
Es probable un The Equalizer III, lo que no se sabe es sí es deseable.
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Esta vez la necesidad de "igualar" las cosas viene desde lo personal. |
Pero para poder galvanizar con credibilidad este proyecto, el tándem Washington/Fuqua deberá encontrar una historia que conecte la necesidad de redimir el alma condenada de McCall ‒como se mostró en la primera entrega‒, así como la exploración de su pasado militar y la forma en que funciona el código moral del ambiguo guerrero. The Equalizer II es una película entretenida y, en muchos aspectos, más compleja y absorbente que la primera. No obstante, se pierde mucho de la frescura del film del 2014 y no hay un excesivo interés por cómo se va a desarrollar la historia, ya que, como lo hemos señalado, la resolución es previsible. Sin embargo, es remarcable que a los 63 años Mr. Washington tenga un magnetismo histriónico tal, que nos venda la idea de ser un héroe de acción con todos los galones que conlleva el cargo. Eso en sí es lo más rescatable de este largometraje.
Lo bueno: Denzel! Denzel! Denzel!
Lo malo: uno sabe cuál será el final.
*** 3 estrellas sobre 5




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