Schindler's List , una historia de redención. Desgarradora, estremecedora, retumba en el alma, así es La Lista de Schindler. El Shoah siempre será un episodio histórico que servirá de fuente en la que beba el séptimo arte. El asesinato de la manera más infame de más de 6 millones de personas por parte de uno de los pueblos más educados de Europa, la exterminación sistemática y sin justificación de una parte enorme del pueblo judío es algo que hoy, a casi 80 años de que se iniciara esa tragedia, nos sigue impresionando. Pero siempre habrá un justo en Sodoma y entre toda esa orgía de muerte y destrucción, quedó gente que se ganó con su grandeza, el apelativo de seres humanos. Personas que con su bondad y su decisión de contrariar la locura mainstream de esa época, hoy merecen ser recordados. Uno de esos personajes fue Oskar Schindler . Bon vivant y afecto más al dinero que al humanitarismo, Schindler vio en la guerra de Hitler el escenario perfecto para forrarse a costa de...
The Truman Show anticipó lo que vendría dos décadas después: la vida intima como espectáculo.
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Imagine señor lector una sociedad en la que la vida de seres humanos que son iguales a usted tiene tan especial relevancia, que se ha creado un programa de televisión con audiencia a escala planetaria. Esto actualmente es pan de cada día. Los reality shows pueblan la parrilla de la pantalla chica a espuertas, haciendo celebridades a completos desconocidos y alimentando el morbo de hordas que sólo quieren ver las infelicidades, desgracias y defectos de otros que no tienen problema en televisarlas. Pero lo que hoy es normal, era una fantasía delirante hace 20 años; una gran idea para desarrollarla en una película genial que sólo pretendía hablar de un pensamiento impracticable: la televisación 24/7 de las vicisitudes de un humano corriente. Concretada en The Truman Show, film que protagonizó Jim Carrey y que dirigió el siempre talentoso Peter Weir, Truman prefiguró asombrosamente todo aquello que hoy nos agobia: la renuncia voluntaria a la privacidad en aras del éxito y reconocimiento.
Nadie habría podido advertir hace 20 años que The Truman Show podría convertirse en una realidad.
A simple vista una comedia, The Truman Show es un relato oscuro y perturbador de un hombre, Truman Burbank, quien desde el mismo momento de nacer ha sido la estrella inadvertida de un programa. Siendo un niño no deseado, Truman fue el primer huérfano adoptado legalmente por una corporación y la transmisión de su vida es un éxito. Vive en un gigantesco estudio, rodeado por miles de actores que son los aparentes habitantes de Seahaven Island. Toda su vida ha sido dirigida por los ejecutivos del estudio y en el mundo real se ha creado un movimiento para liberarlo de su vida, dirigido por una co-estrella que al querer mostrarle a Truman la verdad de su existencia, fue despedida y cuyo personaje se le dijo a Truman, se trasladó junto con su familia a las Islas Fiji. Para evitar que este quiera ver el mundo, constantemente se le bombardea con mensajes sobre lo peligroso e inconveniente de viajar.
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Una de las mejores escenas del largometraje, una película que a pesar de lo que se cree, dista de ser una comedia ligera. |
Todo va bien en la vida sin sobresaltos de Truman hasta que pequeños detalles le hacen dudar sobre qué tan real es su existencia. Cosas como una lámpara cayendo del cielo, la imposible salida del pueblo o el que parezca que sus movimientos sean seguidos al milímetro por una cadena radial. Finalmente, por absurdo que suene, tras una pelea con su esposa en la que ella se sale de su personaje, Truman decide intentar escapar de su prisión y antes de abandonar el gigantesco set una voz amplificada, que viene de todas partes y de ninguna a la vez, a la manera de Dios o el productor del show que para el caso es lo mismo, ‒interpretado por un soberbio Ed Harris, en una actuación que trascendió el tiempo‒ le confiesa que su vida, tal como él la conoce, es el programa de televisión más visto del planeta y que a todo efecto su existencia no es real.
Grandes personajes y una premisa absolutamente novedosa hacen de The Truman Show un largometraje de culto.
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Para evitar que Truman huya de su inadvertida prisión de oro, se le crea un temor al agua. |
En los días que corren, es lamentable admitir, lo usual es la trasmisión en tiempo real de la vida, los tristemente célebres shows de la realidad. Se ha vuelto común que de la noche a la mañana cualquier don nadie, sin apenas un ápice de talento actoral, se convierta de la noche a la mañana en una celebridad gracias a la voluntaria exposición de su vida al mundo entero. Las estadísticas son escalofriantes. Para 2015, la televisión norteamericana había registrado la friolera de 750 reality shows al aire. Sin tener en cuenta los incontables shows privados que las redes sociales, omnipresentes hoy, llevan a cabo en todo el orbe, poniendo en streaming las más privadas vivencias personales. Es tan fuerte esa tendencia, que el mismísimo presidente de los Estados Unidos fue, en su momento, la estrella de su propio programa de realidad. Nadie habría podido advertir tal cambio en tan solo 20 años.
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El momento en que Truman nace a la realidad. |
El personaje que interpreta Carrey huye de una vida al servicio de las cámaras, pero nuestra sociedad corre hacia ellas ofreciendo sin pudor todo lo que pueda ser mostrado y produzca una reacción, un emoji, un like. Todo hecho, por supuesto, desde la comodidad de un teléfono celular. ¿Qué se puede hacer para evitar ser parte de esa batahola, de esa cacofonía que parece haber llegado para quedarse? Pues al contrario de Truman, no podemos huir de ello. Sólo hay que abrazar esa vida y salir de ella poco a poco, siendo conscientes de que no hay valor más hermoso que la libertad (que la tentación de renunciar a nuestra privacidad nos ha quitado), para así poder decir voluntariamente como Truman: “Buenos días y, en caso de que no los vea, buenas tardes y buenas noches”.





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