Schindler's List , una historia de redención. Desgarradora, estremecedora, retumba en el alma, así es La Lista de Schindler. El Shoah siempre será un episodio histórico que servirá de fuente en la que beba el séptimo arte. El asesinato de la manera más infame de más de 6 millones de personas por parte de uno de los pueblos más educados de Europa, la exterminación sistemática y sin justificación de una parte enorme del pueblo judío es algo que hoy, a casi 80 años de que se iniciara esa tragedia, nos sigue impresionando. Pero siempre habrá un justo en Sodoma y entre toda esa orgía de muerte y destrucción, quedó gente que se ganó con su grandeza, el apelativo de seres humanos. Personas que con su bondad y su decisión de contrariar la locura mainstream de esa época, hoy merecen ser recordados. Uno de esos personajes fue Oskar Schindler . Bon vivant y afecto más al dinero que al humanitarismo, Schindler vio en la guerra de Hitler el escenario perfecto para forrarse a costa de...
La Vie d'Adèle es un largometraje que se basa en una novela gráfica.
Un largometraje que no deja indiferente a nadie.
El realizador tunecino Abdel Kechiche nos trae su sexta producción: La Vie d'Adèle (2013), sobre el despertar sexual y amoroso en la adolescencia. Poderoso y contundente filme realizado con indudable maestría. Adèle (Adèle Exarchopoulos) es una adolescente experimentando una curiosidad natural por el sexo. Intenta con un pretendiente masculino, sólo para descubrir que esto realmente no la satisface. Fantasea con aquella extraña de cabello azul que un día atravesó la calle. Finalmente, tras concurrir a un bar gay, Adèle conoce a esa extraña: Emma (interpretada por Lea Seydoux) artista, intelectual, amante consumada. Con una conexión inmediata, se inicia un tórrido romance entre estas dos hermosas mujeres; romance que sus compañeros no pueden comprender. Insegura y nerviosa, Adèle no puede comprenderse a sí misma en su totalidad, lo que le imposibilita encajar en el círculo de amigos de su pareja.
La Vida de Adèle no es solo sobre un despertar sexual, es también una historia sobre madurar
La vida de Adèle, título que se le dio en mercados castellanoparlantes, comienza como una historia de descubrimiento erótico. Adèle no se identifica como gay; sin embargo, ella se siente atraída por las mujeres y florece sexualmente una vez que se rinde a sus deseos. Exarchopoulos hace un trabajo brillante representando todo el miedo y la incertidumbre que su personaje siente. Como la mayoría de los adolescentes, ella está experimentando estos crecientes y ocasionalmente confusos sentimientos sobre el amor y el deseo y no sabe del todo muy bien qué hacer con ellos. La película muestra efectivamente esa apertura a sí misma, su disposición a compartir sus impulsos, su deseo por Emma y la búsqueda de una cierta “liberación” como resultado. A partir de ahí, el filme se expande para abarcar la noción misma del primer amor.
La Vida de Adèle es una historia bien hecha, pero que quizá se excede un poco en el metraje.
Los sentimientos de Adèle hacia Emma son tan fuertes que apenas se puede contener –y a veces no lo hace–. Ella se socava a sí misma, permitiéndole a su cabeza poner en duda lo que siente su corazón. Kechiche astutamente nos hace la pregunta, ¿qué se hace después de que uno se ha liberado sexualmente? Pues esta joven se encuentra con sentimientos casi tan intensos como el más poderoso de sus orgasmos. No obstante, el mantener una relación es algo mucho más difícil de conseguir que la liberación sexual. Un metraje de tres horas puede parecer excesivo (y en cierta medida lo es), pero ‘Adèle’ utiliza su longitud para llevarnos muy adentro de la relación. No sólo la vemos crecer, la sentimos. El tiempo pasa mientras vemos cómo Adèle acepta lentamente sus sentimientos de añoranza de otra mujer, y en la creación del vínculo que las une.
Las actuaciones son maravillosas y el largometraje es un manifiesto a la libertad.
Esta unión se siente muy auténtica, porque se tuvo cuidado suficiente para que esta fuese honesta y real. Ambas actrices trabajan conjuntamente para crear algo identificable para las audiencias, sin importar si son heterosexuales u homosexuales. Es un trabajo verdaderamente hermoso. El único inconveniente real, irónicamente, es el sexo. ¿Es necesario que lo esté? Si es absolutamente vital, ¿por qué, entonces, tiene que ser tan gráfico? Las escenas de sexo se prolongan durante mucho tiempo y ponen a las dos protagonistas en tantas y tan variadas contorsiones, que tiende a distanciarnos de la historia. Se entiende el objetivo; pero luego Kechiche sigue y sigue, casi hasta el punto de parecer cómico. No deja de preguntarse el espectador sobre cosas como la incomodidad de las actrices para realizar algo de manera tan rotundamente sexual, delante de una cámara y de todo un equipo de filmación, y simular cosas que parecen tan reales –algunas acusaciones de abuso se han aireado–.
El film quedaría abierto para una continuación
Algo del mensaje se pierde entre tanta escena de lesbianismo injustificado. Esto definitivamente no es culpa de las actrices, sino del director que puede haber dejado que su trabajo artístico, tan primorosamente elaborado, escorara hacia la gratuidad y el valor del choque en el público de escenas tan sexualmente explicitas. Pero esto no debe ser visto como un elemento de disuasión. La vida de Adèle es, por un amplio margen, un sensible, emotivo y hermoso filme que contiene una visión auténtica del poder de la conexión humana; ya sea romántica, sexual, o una combinación de ambos sentimientos. Se basa en los dos primeros capítulos de una novela gráfica francesa, lo que podría sugerir su seguimiento algún día. Sería interesante y bienvenida la oportunidad de ver el futuro de Adèle, ahora que ella se ha aceptado tanto como un ser sexual, así como una persona capaz de experimentar emociones intensas por otra persona, para bien o para mal.

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