Schindler's List , una historia de redención. Desgarradora, estremecedora, retumba en el alma, así es La Lista de Schindler. El Shoah siempre será un episodio histórico que servirá de fuente en la que beba el séptimo arte. El asesinato de la manera más infame de más de 6 millones de personas por parte de uno de los pueblos más educados de Europa, la exterminación sistemática y sin justificación de una parte enorme del pueblo judío es algo que hoy, a casi 80 años de que se iniciara esa tragedia, nos sigue impresionando. Pero siempre habrá un justo en Sodoma y entre toda esa orgía de muerte y destrucción, quedó gente que se ganó con su grandeza, el apelativo de seres humanos. Personas que con su bondad y su decisión de contrariar la locura mainstream de esa época, hoy merecen ser recordados. Uno de esos personajes fue Oskar Schindler . Bon vivant y afecto más al dinero que al humanitarismo, Schindler vio en la guerra de Hitler el escenario perfecto para forrarse a costa de...
El cine de ciencia ficción nunca más volvió a ser el mismo después de 2001, A Space Odyssey.
Muchos de los interrogantes planteados en el largometraje aún están por contestar.
El mes pasado, uno de los grandes clásicos de la cinematografía universal cumplía 50 años de haber llegado a salas. Hablamos, qué duda cabe, de la inmortal obra de Stanley Kubrick, 2001: A Space Odyssey, que en 1968 irrumpió en la historia del cine cambiando el género de ciencia ficción para siempre. Salido de la maravillosa y pródiga mente de Arthur C. Clark, 2001: Odisea Espacial es un largometraje que se presta para miles de interpretaciones; y es que en este film se cumple indudablemente aquella máxima que dice que el cine, si es bueno ‒y esta película es excelente‒, debe ser polisémico y propiciar una miríada de visiones. El inicio, tan parodiado como estudiado, es una de esas escenas que al espectador avisado nunca deja de sorprender. Una tribu de lo que suponemos son homo habilis retoza en una charca, mientras luchan y juguetean entre sí, sin ningún objetivo aparente. Llegado del espacio exterior, un negro monolito aparece en escena y es este el detonante para que la historia haga una elipsis a un futuro distante en el que el hombre ha dominado la inteligencia artificial.
Plano del largometraje en donde Kubrick demuestra un cuidado extremo en los detalles.
2001 es uno de los largometrajes que más ha influenciado a realizadores y a filmes de ciencia ficción a nivel universal, producto de un artista visionario que dejó una huella profundísima en la historia del séptimo arte. Kubrick era un director total que no dejaba ni un solo detalle al azar. En cada película, de las 13 que dirigió, dio cátedra de composición cinematográfica y de maestría en lo que debe ser el cine. Con unos planos de un cuidado al extremo y poniendo especial énfasis en hacer creíble la ciencia ficción, es claro que ese objetivo se alcanzó, porque al día de hoy el film se mantiene intacto en calidad cinematográfica. Kubrick era un artesano del cine con ribetes obsesivos y cada nuevo proyecto era una garantía absoluta de que se produciría un nuevo clásico instantáneo. Y que más interesante en 1968, ad portas de la llegada a la luna, que un largometraje sobre la conquista del espacio.
El producto resultante fue de tal calidad y de tan impresionante fidelidad, que se fue creando la leyenda de un Kubrick director de un bulo tendiente a engañar al mundo, haciéndole creer que el hombre llegó a la luna.
Alejada de la fantasía épica rayana con el cuento de hadas de Star Wars (1977), 2001 no se tiñe del sentimentalismo en que a veces cae A.I. Artificial Intelligence (2001). Esta última, por cierto, fue una película que Kubrick había planeado realizar por varios años hasta que la muerte le sorprendió en 1999, y que su amigo Spielberg terminó por rodar, más por homenaje que por otra cosa. Si algún largometraje se hace eco de A Space Oddisey en los últimos tiempos es Interestellar (2014), producto a medio camino entre el cine psicológico y el género apocalíptico con cierto sabor a admonición social, hija de un Christopher Nolan que cada vez parece ser el heredero elegido de los grandes maestros del cine británico del siglo XX. Para 1968 el cine de ciencia ficción aún no había alcanzado el status de respetabilidad que tiene hoy en día y se enmarcaba en producciones de serie B que no lograban atraer a las grandes masas ni recibir el favor de la crítica.

El monolito negro, un enigma que solo se resuelve al final.
Así que en principio la decisión de Kubrick de embarcarse en ese proyecto sonaba como el final para un talentoso, pero maniático director de cine, que tuvo resonantes éxitos hasta que su ego le perdió. Incluso en los pases previos del largometraje, las críticas no fueron buenas y para muchos la película iba a ser un resonante fracaso de la MGM, tras encadenar grandes y lucrativas producciones. Pero la palabra final sobre el destino de un producto cinematográfico es siempre el público. El espectador es el juez final y el que determina qué es exitoso y qué está destinado al olvido. Y 2001 logró rápidamente una aceptación que la puso casi que de inmediato en el olimpo de los grandes filmes de todos los tiempos y una joya de obligado visionado para todo aquel que se precie de ser seguidor serio del cine. En los siguientes años, 2001 se volvió un referente obligado, que ha influenciado a casi todo director que se ha embarcado en proyectos futuristas.
De hecho, frente a la teoría de un Kubrick colaborando con la NASA hay un mockumentary que se hace eco de la leyenda.
Kubrick subraya en Odisea del espacio la posibilidad de que todo aquello de lo que el hombre se enorgullece (su encumbramiento como especie dominante, cuyo periplo le llevó de una charca africana a conquistar las estrellas) estuvo precedido por inteligencias no terrícolas que propiciaron ese gran salto evolutivo. En un momento en el que los extraterrestres eran mostrados como muñecos de hule con varios brazos, que causaban más carcajadas que inquietudes, el tratamiento del tema requería del tiento y de la mano diestra del maestro; en lo que siempre se destacó, ya que sus películas eran siempre productos que coqueteaban con la perfección y a las que se dedicaba con absoluta devoción y que, para cuando finalmente se empezaban a rodar, el incansable director ya se había convertido en un especialista en la materia sobre la que discurría el film. Por ejemplo, su acertado retrato del aparato militar nuclear norteamericano en Dr. Strangelove (1964) llevó al Pentágono a creer que una fuente interna le había suministrado información.
Mucha de la ciencia reflejada en el largometraje se asentaba sobre tendencias creíbles.
El largometraje ayudó a cimentar la fama de Kubrick como un director imposible, un genio desde luego, pero un tirano en el set, y que gustaba de controlar todo sobre su película, al extremo de hacer revisar cada cine en el que esta se iba a proyectar, a fin de estar seguro de los estándares técnicos de las salas. Sin recurrir a diálogos excesivos ni a circunloquios técnicos para explicar la tecnología mostrada en el film, 2001 pudo transmitir toda la calidad de sus argumentos, casi de un modo silente; efectivo en tanto que son finalmente las imágenes en movimiento, más que los diálogos, las que convocan al amante adicto al cine. Aún visionaria, aún inquietante, aún actual, 2001: Odisea Espacial sorprende por su modernidad. Con una banda sonora exquisitamente clásica que va de Strauss a Wagner, terminó por ser el largometraje que le permitió a la ciencia ficción empezar a usar pantalones largos, dándole certificado de madurez a un tipo de cine que inauguró el mismo arte.



Comentarios
Publicar un comentario