Venganza Siniestra: Diversión Sin Credibilidad

Revenge es un festival de sangre por hectolitros que solo divierte si se renuncia a la realidad

Mathilda Lutz, la hermosa actriz que interpreta a la víctima de asalto y dada por muerte

Una película de venganza siempre es disfrutable. No son realistas, ni coherentes, ni siquiera tienen sentido; pero vaya que son un divertimento altamente satisfactorio, ya que hacen lo que finalmente debe ser el objetivo fundamental de una película: hacer que el espectador se pierda por dos horas con las imágenes de la pantalla, no requiere pensar, es pura evasión. Venganza Siniestra (Revenge, 2017) es un ejemplo perfecto de estas realizaciones audiovisuales. Enmarcada dentro ese pequeño subgénero denominado violación y venganza, Revenge muestra a una preciosa y provocante beldad sexy llamada Jennifer (interpretada por la modelo Mathilda Lutz) enredada con un atractivo empresario casado que, previo a su encuentro anual de caza con sus compañeros de afición, quiere pasar un par de días con su hermosa conquista. El punto de giro surge cuando sus compinches se presentan a la cita en el lujoso chalet en el desierto un día antes.

Revenge falto no obstante de verosimilitud, es un divertimento escapista

Una noche, antes de irse a cazar, los amigos interactúan entre sí y la bella Jennifer no puede evitar mostrar cuán sensual es. Al día siguiente, una cosa lleva a la otra y el estupro se hace presente. Imposibilitados de dar manejo a esa situación sin que ninguno se vea con sus huesos en la cárcel, a la pobre Jennifer la desbarrancan, dándola por muerta. Pero ella no lo está y ahora Jennifer estará dispuesta a todo para hacerles pagar caro a los que la quisieron asesinar. La primera de este tipo de películas fue Escupiré en tu tumba (I Spit On Your Grave, 1978) con una premisa calcada: chica hermosa e inocente violada lejos de cualquier ayuda, dada por muerta y que sistemáticamente acaba con los que le hicieron daño. Dado lo gráfico del film, recibió prohibiciones en muchos lugares del mundo, pero creando una fanática legión de seguidores a nivel global.

El escenario en donde se desarrolla tan violenta historia es el desierto

Esta nueva puesta en escena tiene sus pros, pero también sus contras. De antemano hay que decir que no puede verse este largometraje con los ojos de la lógica. El pacto tácito entre el espectador y la proyección se fuerza en esta película hasta el límite: tanto por los litros y litros de sangre que brotan exageradamente en un género como el splatter ‒que es en sí mismo una exageración‒, como por las graves heridas abdominales que por sí solas se curan sin provocar shocks cardíacos ni potentes infecciones en la víctima, ni qué decir de pasar varios días en el duro ambiente del desierto sin ingerir alimentos, pero, sobre todo, el no caer muertos de insolación o de deshidratación en el inhóspito erial en donde se desarrolla el largometraje. Si usted renuncia a todo esto y se cree que una trepadora que se junta con un hombre casado se puede enfrentar a cazadores experimentados, entonces puede disfrutar la película.

El uso de sangre en Revenge es escandalosamente alto

El largometraje tiene escenas perturbadoras y abiertamente gore. La producción declaró que en varias oportunidades la provisión de sangre falsa se agotó ante el uso industrial que de ésta se hizo en el largometraje. Más allá de hacer algo verosímil o al menos creíble, Revenge lo que busca es impactar por su crudeza y movilizar al público a como dé lugar. ¡Y vaya que sí lo logra! Con nota alta y mención de honor. Con ciertos toques de The Revenant (2015), pero renunciando a mostrar la evolución dramática del personaje, que en este caso pasa de muñequita sexy y remilgosa a Imperia Furiosa en una sola noche. Revenge es, de cierta forma, un manifiesto feminista; por cierto, dirigido por una mujer que a su manera dice fuerte y claro que el erróneamente llamado sexo débil ahora va a devolver el golpe, no importa de dónde venga este.

Puede que no sea un producto que llame la atención de la crítica especializada, pero vaya que entretiene

La secuencia final es todo lo violenta, desagradable, feroz y hemoglobínica que el asistente a la sala puede esperar. No es sólo que no tenga sentido, es que apela a todos los exploitation posibles, desde el desnudo a la repetición y a la mujer como brutal asesina. Para este instante el espectador está tan hipnotizado por las imágenes ‒que gracias al dios de la violencia gratuita son de producción francesa, lo que permite un producto violentamente más abierto‒ que no repara en todos los fallos y evidentes torpezas de un largometraje que mantiene al espectador atado a la silla. El largometraje es tan difícil de ver como de ignorar. Es un festival de lo cutre, splatter, gore, slasher y exploitation posible, pero, a pesar de todo, muy disfrutable. Es uno de esos placeres culpables e inconfesables que el asiduo a la sala oscura prefiere negar que enfrentar.

Se disfruta a plenitud, no se tiene que pensar en ello

 

*** 3 de 5 estrellas.

Lo bueno: la diversión está garantizada.

Lo malo: en serio se pasan con la sangre.